La idea era ir a la tan recomendada Barcelona y a Amstendarm, después de que papá y mamá se volvieran a Argentina. Pero las vueltas de la vida decidieron que era mejor visitar los amigos que Nueva Zelanda nos regaló. Así que cambiamos de rumbo y nos fuimos de paseo a Eupen (pueblito cerca de la frontera alemana), para visitar a Teresa y Boris. De paso aprovechamos y recorrimos la imperdible Bélgica repleta de gluten.
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